Me perdono a mí mismo que me he permitido y aceptado juzgar a las personas que han cometido una violación sobre una chica en contra de su voluntad, como demonios, personas malvadas, como lo peor que puede llegar a ser un ser humano, como alguien/algo sin valor.
Me perdono a mí mismo que me he permitido y aceptado juzgar a las personas que ven pornografía infantil o que obligan a niños a generar dicha pornografía infantil, como personas corrompidas, sin corazón, malas personas, personas que no son capaces de ver el impacto que sus acciones tienen en el mundo como totalidad.
Me perdono a mí mismo que me he permitido y aceptado juzgar como demonios, malas personas, personas sin ningún valor, personas que no merecen el derecho de vivir, a aquellas personas que secuestran a otras para torturarlas de por vida, abusar de ellas y hacer lo que les plazca con ellas.
Me perdono a mí mismo que me he permitido y aceptado juzgar a las personas que matan a otras personas de forma premeditada y sabiendo perfectamente las consecuencias de sus actos, como personas despreciables, malas personas, personas sin valor/importancia.
Me perdono a mí mismo que me he permitido y aceptado juzgar a esas personas sin valor/importancia como personas que no deberían tener el derecho a vivir, a existir.
En el momento y cuando me vea a mí mismo juzgando a una persona por las acciones que ha llevado a cabo en su vida – me detengo y respiro. Me doy cuenta de que estoy juzgando a la totalidad de un ser por una parte sesgada y reducida de su existencia, por lo que me doy cuenta de que al hacerlo con estas personas estoy haciendo conmigo mismo algo similar al juzgarme por las acciones que hago en determinados momentos, reduciendo y limitando mi existencia/expresión a esos momentos en particular en los que creo he cometido un error o no he obrado de la forma que es mejor para todos por igual. Y me doy cuenta de que al dirigir mi atención en juzgar a otra persona me estoy evadiendo de mí mismo, de la realidad física que me rodea al estar participando en mi mente.
Me comprometo a mí mismo a establecerme como la responsabilidad de mí mismo y así dirigir/centrar mi atención en mí mismo y la realidad física de la que formo parte.
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